Gorafe desde la verticalidad de Los Algarves


Gorafe desde la verticalidad de sus Algarves

     Comenzamos un nuevo año, nuevos proyectos, nuevas ilusiones y nuevo calendario. Enero transcurre con una bonita foto de Los Algarves, y por eso hemos decidido iniciar el blog del 2018 acercandolos un poco más a estos graneros verticales del s. XII.

Foto de Antonio Hernández Blánquez

     Los Algarves, con su mirada centinela, dan la bienvenida a Gorafe a viajeros y oriundos, otorgando a su vez el nombre actual de la localidad. En opinión de algunos historiadores, Gorafe parece ser la Ubeda Farwa de Idrisi, aquella de donde Abderramán III (912-961) tomó las ayudas para arremeter contra mozárabes y muladíes, sita, a 30 leguas de Baza. Pero también existe otra teoría del origen de Gorafe, en ella el topónimo árabe Al-gurf (granero) que posteriormente derivó en Gaurab es el origen del actual nombre del pueblo Gorafe, haciendo una clara alusión a esos graneros construidos por los Almohades.                                                                                                                              
Habitar almohade s.XII
     El paso del trogloditismo pasivo, propio de la Prehistoria, donde simplemente ocupaban las cuevas naturales sin transformarlas, al trogloditismo artificial en el que se enclavarían Los Algarves de Gorafe y las posteriores casas-cueva, se ha ido consolidando de forma natural y gradual a lo largo de los siglos.






Actuales casas cueva de Gorafe, enclavadas en la ladera


    Gorafe, fue una región donde los nuevos moradores llegados a la Península en el 711, se afincaron tempranamente, cultivando y explotando sus tierras con ingeniosos sistemas de regadío, las acequias. Mismo sistema de riego que se sigue empleando en nuestros días para el cultivo de la fértil vega de esta localidad.


La vega de Gorafe da sus frutos entre badlands
     Pero la principal consecuencia fue el asentamiento definitivo de Gorafe en su enclave actual, situando su poblado en la ladera del monte que va a dar al acantilado e introduciendo en la zona un tipo de vivienda novedoso, la casa-cueva. Vivienda que hoy en día sigue siendo la predominante en este pueblo granadino con una concentración de mas de 400 casas-cueva.


Vista desde El Corralón
    La Edad Media era un período convulso, donde la rapiña y las guerras de correría predominaban. Consecuencia directa de ello fue el llamado trogloditismo medieval donde surgieron estas cuevas o covarrones verticales. Llama la atención la denominación de las mismas según se encuentren en el norte de África o en el sur de la Península. Allí fueron llamadas “las cuevas de los cristianos” y aquí “las cuevas de los moros”, sin embargo su uso como graneros y refugios fortificados, así como su construcción y ubicación, son similares.
     En este período, fue construido un castillo en Gorafe, del que hoy solo queda un paño pegado en una de las laderas del cerro que ocupó. El enclave de este pueblo era estratégico, ya que dominaba la ruta entre el levante y el Guadalquivir, aumentando posteriormente la importancia de su situación como defensa del Reino de Granada. Gorafe, estaba enclavado en el Emirato de Cora de Elvira y fue siempre tierra fronteriza entre musulmanes y cristianos. Quirtas, cita como uno de los castillos de Guadix, en 1288, el castillo de Gaurab, nombre que Gayangos y Simonet creen que es el primitivo de Gorafe. Por lo que esta última denominación parece ser la más certera.


Último paño del castillo árabe
     Dejando a un lado esta fortaleza musulmana, nos centraremos de nuevo en los Algarves, que aunque tuvieran un marcado carácter defensivo, no era su única función. En ellos se encontraban atalayas, viviendas, graneros, caballerizas, palomares, aljibes…El número de habitantes y el botín que podían obtener los atacantes de estas fortalezas verticales no compensaba con el número de bajas que podrían tener. De ello se deduce que no se construían con el fin de entrar en conflicto con otros pueblos sino simplemente para protegerse de la pillería y pequeñas incursiones de bandas nómadas.
     Maryelle Bertrand, arqueóloga francesa y mayor investigadora del mundo en este tipo de construcciones, asegura en uno de sus artículos que fueron utilizados hasta final del período Nazarí, pudiéndose alargar a veces, hasta la rebelión y expulsión de los moriscos En ellos no se encontró restos de cerámica anterior a Al-andalus, lo cual nos permite asegurar que fueron utilizadas como graneros-verticales, únicamente, por el pueblo árabe.
     La mayor dificultad, para la datación de este tipo de construcciones, es su longevidad y la sobreimpresión en el tiempo de las huellas de sus diferentes moradores. Un novedoso descubrimiento que nos ayudaría a precisar su cronología es la particularidad en la forma del picado de la cueva. Las Almohades y Nazaríes fueron excavadas con un pico de punta fina, mientras que las posteriores utilizaron un pico de extremidad cuadrada y achatada, 
de 1 a 1,5 cm. de ancho por 2 a 3 mm de espesor.


A fuerza de pico continuaban las estancias
Marcas actuales dejadas por el pico en los Algarves
     Existe consenso en la idea de que tras el abandono, estas viviendas, no fueron reutilizadas más que de forma ocasional como graneros y pajares.
     Las cuevas actuales tienen sus habitaciones encaladas, pero esta costumbre no parece provenir de aquel tiempo. En los Algarves se ha encontrado restos de embarrado con arcillas claras y en algunos casos un enfoscado espeso (1 a 2 cm) de una mezcla de arcilla y paja trillada, llevando incluso incisiones de espiga. Se empleaba también la arcilla cruda para edificar o completar el mobiliario del covarrón, como murillos de separación o tabiques de atrojes. 


Hornacina con restos de enfoscado 
     En cuanto a los suelos, se cree que el pavimento que tuvieron fue el mismo que se utilizaba en algunos pueblos de África del norte. Este consistía en pegar la tierra con residuos de la fabricación de aceite de oliva, procediendo posteriormente a pulimentar con cantos rodados.
     Para una mayor habitabilidad, estos covarrones poseían numerosos arreglos interiores y exteriores en madera. Cabe destacar pasarelas colgadas en las fachadas, puertas interiores y exteriores, marcos y postigos en las ventanas, palos para el secado, tapaderas de silos etc. Estos trabajos en madera dejaron múltiples encajes en techos, paredes y suelos, aún visibles en los Algarves. Pero no caigamos en el error de pensar que eran simples montajes a base de palos, eran verdaderos trabajos de carpintería, utilizando tablas y maderas escuadradas.


Marca de los antiguos anclajes de madera
     Estas fortalezas verticales eran un hábitat complejo, en parte construido y en parte rupestre, compuesto por distintos niveles y en el que podían vivir entre 15 y 60 personas. En el caso de los Algarves de Gorafe, son tres los niveles pero en otros enclaves se elevan hasta cinco.
   La planta baja estaba compuesta por unas naves sin fachada que eran usadas como cuadras, con pesebre y ataderos picados en las paredes. Hoy en día se conservan muchos de esos pesebres y se aprecian con facilidad esas oquedades donde incrustaban los palos para ello.


Antiguas casas de tapial de la primera planta
   En esa primera planta también observaremos, aun en la actualidad, unos abrigos sin fachada, donde percibiremos huellas de antiguas hogueras, nichos e incluso pequeñas banquetas excavadas en la roca.
Pesebres y banquetas del primer nivel


     En muchas ocasiones este tipo de vivienda poseía, en este nivel, unos corrales y casas de tapial de pequeñas dimensiones apoyadas en su fachada. De este tipo de construcción no quedan restos visibles, debido a la degradación de estos maleables materiales.


     Tras superar este primer cuerpo encontraremos una entrada independiente para acceder a otro nivel. En el caso de los graneros-fortificados de Gorafe, por una escalera excavada en las entrañas de la montaña que nos conduce hasta una especie de repartidor donde podremos decidir entre dos direcciones. Las escaleras son un elemento más de defensa ya que sus escalones disparejos, altos y desiguales, dificultarían más la entrada a sus atacantes. Estas, tenían además el uso de cuadras nocturnas para pequeños animales domésticos que durante el día circulaban por el exterior y en la noche se cobijaban allí.

Escalera en la actualidad
Curva que nos lleva al siguiente nivel de los Algarves














               

Una vez en la salida de la escalera debemos enfrentarnos a una estrecha cornisa en ambas direcciones. A la derecha llegaremos, tras escalar una pared, a unas habitaciones comunicadas y con varios niveles, destacando en el suelo de ambas salas dos círculos perfectos. En el caso de la más interna, parece haber tenido como destino ejercer de hogar, ya que podemos apreciar en el techo restos de humo. Pero en la primera el círculo da paso a una habitación de techos bajos cuya funcionalidad parece ser la de silo para almacenar el grano.
Silo de s.XII en los Algarves
     Además de estas dos habitaciones comunicadas encontramos en el exterior una gran oquedad con banqueta picada y sin pared externa, probablemente restos de una pequeña casa de tapial.
    Volviendo a la salida de la escalera y dirigiéndonos esta vez hacia la izquierda, debemos enfrentarnos a una estrecha cornisa que da acceso a la mayoría de las viviendas. Una vez encarada la entrada se nos presenta ante nosotros un gran saliente de la montaña que nos obligará a penetrar en el interior gateando, un elemento más de defensa. En la entrada nos pondremos en pie en un espacioso pasillo, pero a la salida deberemos realizar la misma operación y ponernos en pie sobre la estrecha cornisa.


Palomar de Los Algarves

     
     Una vez dentro tendremos ante nosotros la grandeza de esta construcción. Un primer pasillo, recto, nos da acceso a mano derecha a un palomar abierto. Nos sorprenderá la precisión con la que picaron en las dos paredes enfrentadas las pequeñas cavidades para nidos de palomas. Estos palomares eran muy frecuentes en este tipo de construcciones, ya que si eran acosados durante varios días por alguna banda, siempre podían pedir ayuda con palomas mensajeras a otros pueblos amigos y si el asedio era prolongado, también estarían abastecidos de alimento.
     El pasillo que tomamos en la entrada, desemboca en una amplia habitación con distintas estanterías cavadas en la pared, perfectamente visibles aún. Esta espaciosa sala llama la atención porque conserva aún en la mayoría de sus paredes el encofrado que realizaban con arcillas blancas y paja. En ella también podemos apreciar todos los anclajes que utilizaban, bien para la construcción de las ventanas de madera, bien para otros elementos funcionales propios de la casa.

Restos del enfoscado original 
     En la esquina derecha de dicha estancia surge un nuevo pasillo, este más estrecho que el de entrada y cavado en curva conduciendo nuestros pasos a otra habitación de menor tamaño. En la pared externa aparecen distintas ventanas con diferentes medidas, dejando pasar una bocanada de aire fresco que nos anima a continuar. Desde este pequeño ensanche surgirá un nuevo pasillo mucho más bajo y también curvado que desemboca en un aljibe con suelo de tapial.
Pasillos sinuosos

Curva de acceso al nuevo pasillo



















El aljibe era de vital importancia para los moradores de los Algarves siendo esta la  única forma de abastecerse fácilmente de agua. Poseían unos ingeniosos sistemas de filtrado de agua desde una mina de agua próxima hasta dicha estancia. Recordemos que el pueblo árabe siempre ha tenido un don especial para el máximo aprovechamiento del agua en cualquier parte donde haya fijado su residencia.
Vistas desde el aljibe árabe
   
     Desde este aljibe sale un nuevo pasillo curvo, pequeño y en pendiente, que nos conduce a una última estancia. Al estar construida en una altura un tanto superior al resto, parece que se trata de la zona denominada matacanes. Un espacio desde donde la defensa era fácil por la mayor elevación, mejor visión del atacante y resguardados, a su vez, en el interior por pequeñas aberturas que dificultaban el ser alcanzados.
Plano del transito del agua en Los Algarves










 Este sistema de pasillos cada vez más estrechos, curvados y escarpados es otra de sus armas defensivas. Si el invasor conseguía entrar, su avance en la zona donde ellos se atrincheraban sería, cada vez más sinuoso y complejo. Estos pasillos que hoy se nos muestran como corredores, estaban dotados con puertas cada cierto espacio, reteniendo aún más al enemigo.



     Desde este impresionante promontorio, las vistas hoy son espectaculares, pudiéndose ver en los días claros las sierras que rodean Gorafe como Sierra Nevada, con sus cumbres blancas en invierno, Sierra de Baza, el solitario cerro Mencal y Sierra de Mágina, esta última ya perteneciente a Jaén. Esta amplia visibilidad les daba la opción de ver con mucha antelación a sus atacantes y tener el tiempo suficiente para prepararse para la incursión.
     Hoy como nativos o visitantes, nos deleitaremos con esas vistas que nos alargan el horizonte. Así como con el juego de colores ofrecido por el verde de la fértil vega entremezclandose con los badlands que avanzan desde el desierto de Gorafe. Tonos grises, rosados, azulados, rojizos y ocres con formas creadas por la erosión que alcanzan las cercanías del río Gor. Un juego de colores, texturas, formas y sensaciones que te depararán una experiencia única.

















 Pero continuando con estos graneros-verticales de Gorafe y abandonado esta zona dedicada a la vivienda debemos enfrentarnos otra vez al acantilado y sus pequeñas e inclinadas sendas. Bajaremos la escalera y desde allí nos dirigiremos hacia la derecha donde se expondrán ante nosotros nuevas cavidades.
     Llama la atención la altura de estas nuevas estancias, tal que hay que trepar por una cuerda en cuya terminación encontraremos un tronco que hace de perfecto anclaje para aguantar el peso del escalador y a su vez proporcionaba rapidez a la hora de quitar dicha escala si sufrían un ataque. Por supuesto, esta cuerda no es la originaria, pero el sistema sigue siendo el mismo de antaño.


Granero con cuerda para ascender
Sala con distintos niveles para almacenar el grano














 Tras esta ascensión encontramos dos estancias más a nivel, teniendo la segunda una ventana al exterior. Esta es la zona llamada atalaya, ya que desde esta altura la visión del entorno era muy amplia y podían dar la alerta con mucha antelación.
     Ambas habitaciones son de planta rectangular y con restos de antiguas hogueras. En sus paredes también se perciben restos de antiguos anclajes para puertas y estantes.
     Un último misterio que rodea a esta enigmática construcción es su necrópolis. Aún en nuestros días no se sabe a ciencia cierta qué lugar ocupó, ya que toda esta zona, durante siglos ha sido modelada por la erosión y hoy no presenta el mismo aspecto que tuviera en el s.XII.
     Realmente es emocionante el poder recorrer en la época actual estas estancias que estuvieron llenas de vida durante siglos e imaginar, viendo sus vestigios, como era el paso de su día a día, en este singular asentamiento. Aunque la subida hasta allí es costosa, y solo apta para quién carece de vértigo, la recompensa se presenta ante nuestros ojos en esta espectacular panorámica sobre Gorafe y su valle. Una auténtica puerta al pasado, solo elevada unos metros sobre nuestras vidas.


Puerta principal al tercer nivel

Texto y Fotografías Rocío Campos Maldonado.







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